Las sillas no son para sentarse, ¡Son para pensar!

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Como docentes debemos conectar la ciencia del aprendizaje -cómo aprende el cerebro- con las prácticas áulicas para todos los alumnos. Mucho de lo que los expertos han compartido acerca de las neurociencias, lo han hecho en los últimos 5 a 10 años. Por lo tanto, quien no se ha capacitado en los últimos años, no se está beneficiando de información muy útil para enseñar con más eficiencia.

No podemos olvidar que el aprendizaje es un fenómeno neuro-fisiológico que ocurre a través de procesos bioquímicos en el cerebro, y el crecimiento y reorganización de conexiones neurales. Esto implica que como docentes debemos conocer cómo aprenden los niños y empoderarlos con esta información. Una fórmula muy sencilla de comprender la ecuación del aprendizaje sería: Atención + memoria= Aprendizaje.

Necesitamos recibir toda la información posible acerca de cómo mejorar la atención y la memoria de nuestros alumnos para que puedan aprender más y mejor. Ya sabemos que enseñar no es igual a aprender. El docente enseña, pero el alumno ¿aprende?
Sabemos que hay una diferencia enorme entre recordar o memorizar y aprender. Si todo lo que hacemos es “poner” información dentro de la cabeza de los alumnos y pedirles que recuerden fechas o información, esa información nunca llega a la memoria de largo plazo. Se queda en la memoria hipocámpica (intermedia) hasta que es olvidada al poco tiempo.

Entonces, ¿qué debemos hacer para ayudar a esa información a llegar a la memoria de largo plazo? Por empezar, si están en edad de escribir, ¡hacer que los alumnos escriban! Tomar nota es parte de un proceso en el cual el alumno recibe la información, la decodifica, la procesa, elige las palabras ya que no puede escribir literal por un tema de tiempo, y la saca a través de la escritura. Todo ese proceso ayuda a que la información pase a la memoria de largo plazo.

Además, para aprender hay que “hacer” algo con la información: repetirla, dibujarla, realizar mapas mentales, mapas para pensar, organizadores gráficos, líneas de tiempo, etc. Sin actividad mental, no hay aprendizaje. La repetición es clave para aprender. Pero no repetir lo que dice el docente; lo que buscamos es que los alumnos lo respetan en sus propias palabras.

Claramente, el docente es responsable de captar la atención de los alumnos.
Desde el día uno, docente y alumnos forman una sociedad. Y esa sociedad debe consolidarse, ya que sin vínculo no hay aprendizaje. Si como profesionales que somos nos hacemos responsables de nuestras decisiones y acciones, y nos comprometemos a colaborar con el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos, seríamos capaces de cosas fantásticas.

Esto implica, trabajar con sus fortalezas, como así también con sus debilidades, implementar estrategias que desarrollen la atención y memoria de los chicos, trabajar los vínculos para generar relaciones de confianza y de seguridad, eliminando toda amenaza posible.
La ausencia de amenaza en el entorno educativo es uno de tus mayores retos. ¿Qué estás haciendo para generar un clima libre de amenazas, con alumnos alegres, y receptivos?

Altos niveles de cortisol (una de las hormonas del estrés) en el cerebro hace que los chicos no puedan aprender o recordar. De acá la importancia de trabajar la ausencia de amenaza en el aula.
Volviendo al tema de captar la atención de los alumnos, debemos planificar clases en donde el comienzo mismo sea contundente. Lo más importante se enseña al principio, y lo segundo más importante al final. Generemos tramos de clases interesantes, con recreos mentales cuando la atención decaiga. Si empezamos a dictar una clase y terminamos a los 40 minutos, debemos saber que en ese interín fuimos “perdiendo” a muchos de los alumnos. Captar la atención externa, sostenida y selectiva de los alumnos puede ser para muchos docentes una tarea casi imposible. Por más interesante que sea el contenido, no podemos prestar atención de manera ininterrumpida. Ya sabemos que tenemos 10 segundos para captar la atención de los alumnos y después 10 minutos para sostenerla.

Al minuto 11 la atención cae en forma sostenida. Obviamente, en el nivel inicial, este tiempo es menor, y con adultos, un poquito mayor.
Como un mago, primero tienes que captar la atención de tus alumnos. Recién ahí te van a prestar atención.
La atención es cíclica. La intromisión cerebral es la que te saca la atención de los alumnos. Esto significa que aunque parezca que están escuchando, pueden no estar haciéndolo! La atención es cíclica- va y viene, va y viene. Debemos hacer algo emocionalmente relevante para volver a captar la atención de ellos. Una aliada en captar la atención de los alumnos es la novedad. ¿Con qué los vas a sorprender hoy? ¿Una anécdota, un nuevo diseño de aula, una visita?

La conexión emocional es la otra clave. ¿Quieres que recuerden? Hace que lo que expliques sea significativo y relevante, que puedan relacionarlo con sus vidas. Los alumnos deben poder contestar la pregunta “para qué me sirve esto en mi vida? en cualquier momento de la clase.

Laura Lewin
(ABS Internacional)

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