Por Nathaly Arroba
«Hay una especie de magia cuando nos vamos lejos y, al volver, hemos cambiado». – Kate Douglas Wiggin
Durante el último año, en que las poco alentadoras cifras sobre el desplome del turismo se han dejado ver avasallantes y casi concluyentes, la resiliente industria turística, entre prueba y error, parece buscar alternativas que devuelvan la esperanza a los millones de personas en el mundo que dependen del sector. En marzo de este año, la Organización Mundial del Turismo anunció la continuación del infortunio, luego de registrarse un 87% de caída en las llegadas de turistas internacionales en enero 2021 con respecto al año anterior. Y es que lejos de intentar alarmar, es imprescindible reflexionar y sobre todo tomar acción ante el dilema económico que vivimos hoy en día, y que, finalmente, el efecto multiplicador del turismo, responda al llamado.
Esta no es la primera crisis que enfrenta la industria turística. El ataque terrorista contra las Torres Gemelas, el 9 de septiembre del 2001, marcó un antes y un después para los turistas y sus destinos de viaje. La seguridad ascendió en la escala de prioridades, otras consecuencias fueron el fortalecimiento de los controles, vigilancia en aeropuertos y encarecimiento del transporte por esta vía. Posteriormente, el brote de la gripe porcina, que en 2009 llegó a afectar tanto a destinos como México, que sus consecuencias se comparan a las de la propia recesión económica mundial. En 2011, la zona del Magreb, especialmente en países como Siria y Libia, vivió la paralización total del turismo Similarmente, Egipto, reconocido destino turístico por sus sitios patrimoniales, perdió su principal fuente de empleo como consecuencia de la primavera árabe y la inestabilidad política predominante en la región.
Así, muchos otros sucesos que, si bien no se comparan a la magnitud de la crisis actual, nos dejan un aprendizaje: la crisis requiere la toma de acción determinante para dar respuesta a sucesos que se producen más allá del control de los destinos turísticos y que necesitan una urgente adaptación al contexto para restablecer la confianza de los turistas y recobrar los flujos que se relacionan directamente con los rendimientos económicos. Caben, entonces, las interrogantes: ¿Se podrá recuperar la industria de esta crisis particular? ¿Cómo incentivamos a los viajeros a formar parte activa de la reactivación turística? Las alternativas son múltiples y para este análisis los invito a reflexionar sobre dos de ellas: El llamado “Turismo de vacunación” y el “Bleisure” (una modalidad turística que combina los viajes por negocios y ocio).
Turismo de vacunación
La eficiente gestión de algunos países con respecto a los procesos de vacunación, les ha permitido convertirse en atractivos destinos para los ávidos viajeros que, con absoluta determinación, se aventuran en busca de la vacuna contra el COVID-19. Estos destinos se destacan por la oferta de la inmunización, junto con otras características que menciona Luis Cerdá, en una reciente publicación de Diario El Universo (2021): 1) Compatibilidad con medios de transporte no masificados; 2) Alojamientos bioseguros; 3) Disminución del contacto entre personas con aplicación de tecnologías; 4) Políticas flexibles de viajes; 5) Infraestructuras hospitalarias y capacidad de monitoreo de población; y 6) Estadísticas y registros oficiales.
De hecho, ciudades ícono del turismo mundial como Nueva York, planean ya para el verano del 2021, lanzar una de las mayores campañas de promoción turística de la ciudad. Como destino de vacunación, proponen ofrecer vacunas de una sola dosis en los principales atractivos turísticos de la ciudad, para que al contrario de lo que estipula la legislación vigente, se pueda vacunar también a visitantes y reactivar el turismo.
El “turismo de vacunación”, al contrario de otras corrientes del turismo médico como el de la Medicina Tradicional China o la ayurvédica en el continente asiático, el “Turismo de vacunación” se cuestiona desde el punto de vista ético. Si la población residente aún no ha alcanzado la inmunización total ¿Es ético que extranjeros accedan a este recurso, aun cuando los países en cuestión no impongan restricción alguna?, ¿Prevalece el coste moral o el económico? Estos cuestionamientos podrían derivar en profundos debates, sin embargo, queda en evidencia la importancia económica del turismo para estos destinos y la recursividad de la industria en busca de la recuperación.
Bleisure
Si bien el bleisure no es una tendencia post pandemia, resulta interesante analizar su impacto en las nuevas formas de hacer turismo hoy en día. Las restricciones de movilidad y opciones como el teletrabajo disminuyeron la necesidad de los viajeros de negocios de movilizarse para asistir a conferencias, reuniones de ventas y otros encuentros. A pesar de esto, los destinos corporativos (business) han logrado reflejar mejores tasas de ocupación hotelera que los destinos de ocio (leisure), lo cual demuestra que los viajeros de negocios aprovechan la progresiva flexibilización en ciertos destinos para continuar con sus desplazamientos por este fin.
Esta alternativa de trabajo remoto atrae especialmente a ciertos grupos etarios como los Millennials, quienes han dado un giro a esta modalidad turística para poder combinar las responsabilidades laborales con el tiempo para disfrutar de experiencias personalizadas en el destino. De acuerdo con un estudio de Booking.com (2020), el 40% de los viajeros globales consideraría ir a un destino de viaje para aislarse, siempre y cuando el destino les permita trabajar de forma remota.
Unsettled, por ejemplo, una iniciativa que desde el 2014, ofrece retiros de hasta 30 días a destinos en todo el mundo, para romper el esquema tradicional de trabajar donde “el paseo casual hasta el escritorio de un colega ya no es un procedimiento operativo estándar”, ha retomado sus experiencias presenciales. Adicionalmente a las ya reconocidas plataformas P2P, aparecen otras alternativas de bleisure que permiten una mayor libertad para elegir los entornos de trabajo: el Co-living. Esta modalidad nace en Silicon Valley como una alternativa más económica de vivienda para jóvenes profesionales, la mayoría de ellos nómadas digitales.
En definitiva, la industria turística siempre encontrará una forma para adaptarse y los viajeros una razón para viajar. No es motivo de sorpresa saber que el turista de hoy prefiere evitar los destinos masificados y que desea estar en contacto directo con el destino consumiendo productos y servicios de la zona, relacionándose con la comunidad local y experimentando con lo desconocido. El viaje es un respiro de tipo terapéutico, especialmente necesario en un contexto como el que vivimos hoy. Sea por motivos personales o profesionales, es fundamental que empecemos por buscarlo a nuestro alrededor, donde seguramente nos sorprenderá más de una opción.
Bibliografía recomendada
Booking.com (2020). El futuro de los viajes. Recuperado de: https://www.booking.com/articles/category/future-of-travel.es.html?label=gen173rf-1FCAEoggI46AdIClgDaEGIAQGYAQq4ARfIAQzYAQHoAQH4AQKIAgGiAgtvc3RlbGVhLmNvbagCA7gC0r68hAbAAgHSAiQ5MWMzMDQwNi04M2ZjLTRlOWEtYmUxYS1lZDBiYTUxZWIwYmTYAgXgAgE
Ministerio de Turismo (2020). Comportamiento de Viajes de Turismo Interno pre COVID-19 y bajo la Nueva Normalidad generada por la Afectación del Virus COVID-19. Ecuador. https://servicios.turismo.gob.ec/descargas/Turismo-cifras/Publicaciones/DespuesCovid/Comportamiento-Covid-VERSION-FINAL_JSP.pdf
Pichevsky, M. (2021). Turismo de vacunas: análisis ético y legal de una tendencia cuestionable. El Universo. https://www.eluniverso.com/larevista/turismo/turismo-de-vacunacion-analisis-etico-y-legal-de-una-tendencia-cuestionable-nota/
Unsettled (2020). Behind the scenes: Unsettled’s future of [remote] work report 2020.