En el primer trimestre del año 2022, se ha evidenciado una gran cantidad de conflictos laborales, tanto en la administración pública como en la privada; este detonante social es un indicador para visibilizar la convivencia laboral como un espacio prioritario en la resolución de conflictos.
El conflicto es constante y está presente en la vida cotidiana, tanto individual, como colectiva. La crisis actual y la violencia influyen decididamente en la emotividad, salud y convivencia.
Puede ser intervenido a través de herramientas de comunicación que permiten encontrar soluciones pacíficas, sin embargo, existen límites. La violencia vista desde la perspectiva de Eduard Vinyamata (2014) nos enseña que, “…es todo aquello que pueda representar o significar perjuicio, producir, por efecto o por defecto, un mal a otro, o a uno mismo en el entorno; ya sea realizado o llevado a cabo de manera consciente o inconsciente”.
En los espacios laborales, la violencia ejercida por las relaciones de poder entre jefes y subordinados rompe el límite y el diálogo, ocasionando perjuicios, que en muchos casos no son detectados a tiempo poniendo en riesgo la salud mental de los trabajadores.
En búsqueda de una solución, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha implementado sistemas de prevención y resolución de conflictos, tanto dentro como fuera de los ministerios de trabajo. La OIT ha estado apoyando a los estados miembros, las organizaciones de trabajadores y las organizaciones de empleadores para crear o fortalecer dichos mecanismos.
En este contexto, se evidencia que las relaciones laborales son parte de la convivencia social, por lo tanto, tenemos un compromiso de trabajo en comunidad. Las habilidades socioemocionales tales como el autoconocimiento, el relacionamiento, la automotivación, el autodominio y la empatía nos ayudan a mejorar el autoestima y cultivar cultura de paz. Me es preciso resaltar que “Cuando nos referimos a la cultura de paz, convendría promocionarla no tanto a través del discurso esquizofrénico que proclama valores, pero no los practica; conviene desarrollarlo de manera integral, que las palabras coincidiesen con las actitudes, objetivos y formas de vida solidaria y cooperativa, en especial en los entornos próximos como el familiar, laboral y vecinal, sin olvidar por ello los entornos lejanos…” (Eduard Vinyamata, 2014).
Tanto para el Estado Ecuatoriano como para los ciudadanos, el compromiso compartido permitirá crear espacios de resolución de conflictos, que permitan utilizar herramientas como la comunicación efectiva y la negociación colectiva fortaleciendo las alianzas sociales.
Mgs. Sara Mantilla
Docente de maestrías en modalidad online