Bachiller Futbolista, la letra con fútbol entra

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Por Ricardo Roca

En una seca mañana como todas en Carpuela, me encuentro sentado en una grada del colegio junto al padre de Abel y le pregunto: ¿Qué opina de este colegio? Él responde con una emoción que lo desborda:

“Para mí es un regalo de Dios, antes tenía que alzarle la mano a mi hijo para que vaya al colegio, hoy es el primero en levantarse y nos levanta a nosotros para que lo llevemos pronto”.

La gran mayoría de los padres han vivido esta situación en algún momento, cuando los hijos simplemente no quieren ir al colegio, cuando la cátedra no les ofrece la motivación necesaria para vencer la pereza de levantarse al amanecer. Los padres, preocupados por el futuro de sus hijos y el suyo propio, insisten en su dedicación para obtener el anhelado título de bachiller, para ellos, ser químico-biólogo, físico-matemático, sociales o cualquier tipo de especialización científica son la base para una carrera prometedora.

Otros representantes, ven en cambio, en el bachillerato técnico una oportunidad para un ingreso rápido de sus hijos en el ambiente laboral: contadores, electricistas, agrónomos; salen de estas instituciones listos para trabajar, muchas veces movidos por la necesidad familiar y por el beneficio de generar ingresos, dejando a un lado su interés personal o sus habilidades innatas.

El Valle del Chota, es una comunidad futbolera, internacionalmente conocida como una cantera de futbolistas. De aquí han salido grandes profesionales que han paseado su habilidad por todo el mundo. Es de suponer que la gran mayoría de niños quieran ser los próximos Edison Méndez o Ulises de la cruz, pero lo que no consideran es que por cada Agustín Delgado que lo logra, cientos de aspirantes van quedando en el anonimato.

Y la vida transcurre así en el Valle, cientos de niños desde los 12 años viven con la presión de forjar una carrera en el fútbol, para sostener a sus familias y aportar a su comunidad. Convencidos que es lo único en lo que pueden sobresalir. Obligados a dejar su casa y su colegio para probar suerte en los grandes equipos de la capital, donde de 100 que llegan, tal vez uno lo logre, los demás siguen intentando, pasando de un equipo a otro sin suerte, llegando a una edad madura para este deporte, encontrándose al final de una carrera que nunca empezó, sin fútbol, sin familia, sin estudios, sin una oportunidad de vida.

¿Pero qué pasaría si el fútbol, esta actividad que mueve a muchas comunidades ecuatorianas, se integra al ambiente educativo de los estudiantes?

La educación, la formación, no se trata solo de cultivar la inteligencia lógico matemática o lingüística, que es la que comúnmente relacionamos con el aspecto profesional. La inteligencia kinestésica-corporal es la capacidad de usar todo el cuerpo para expresar ideas y sentimientos, realizar actividades o resolver problemas (Del Pozo, 2013) y es tan valiosa como las demás. Dicho de otra manera, ser científico o abogado, es tan digno como ser un profesional del deporte.

La innovadora idea de un bachillerato en fútbol se basa en que un futbolista puede mejorar su rendimiento y su desempeño profesional, si su formación específica de fútbol se integra a otras áreas de estudios, en un proceso pedagógico contextualizado, para beneficiarse de la transferencia y sinergia de conocimientos. Y en un entorno institucional donde el accionar es siempre socialmente responsable, a fin de desarrollar en los jóvenes conciencia y compromiso social. Los estudiantes ingresan por su talento en fútbol, para recibir una educación de calidad, orientada en función de las necesidades específicas de este deporte. De esta manera se potencia su talento, capacidades, valores y competencias, como herramientas para desenvolverse con autonomía, responsabilidad y compromiso social en el fútbol profesional y a lo largo de su vida.

La educación física como disciplina escolar, tiene la finalidad de formar sujetos dotados de capacidad crítica, en condiciones de accionar autónomamente en la esfera de la cultura corporal del movimiento y contribuir a la formación de sujetos políticos con herramientas que les faciliten el ejercicio de la ciudadanía (González; Fensterseifer, 2010)

Esta propuesta va más allá de fortalecer las clases de educación física, materia normalmente menospreciada en el colegio. La idea no es estudiar por el día y entrenar fútbol por las noches. Se trata de considerar a la educación física, al deporte, como eje conductor, como ese conocimiento transversal en el que se basa la propuesta educativa.

Se trata de contar con entrenadores y directores técnicos de fútbol, no solo licenciados en educación física. Significa tener médicos especializados en traumatología, sicólogos y nutricionistas. Se busca ver a la cancha de futbol como un aula más o a las aulas como una extensión de la cancha, no de relegar las clases de física, sino de enseñar; por ejemplo: que el efecto Magnus ocasionado por el tiro libre de Roberto Carlos en el mundial del 98, es el responsable de la comba de un balón al girar, pero esta trayectoria puede ser modificada por la incidencia del viento. Así se logra que los estudiantes incluyan en sus conversaciones temas como nutrición o táctica. En fin, el objetivo es tener al futbol como el código de comunicación dentro del colegio, que los estudiantes lo interioricen y sea su principal motivación para ejercer su educación con responsabilidad.

La intención es ver al fútbol como algo más que un deporte, como ese motor para mejorar la sociedad. Se busca revalorizar el fútbol: que un niño ya no tenga que escoger entre una pelota o un libro y mucho menos entre su familia o la cancha. La meta es cambiar la formación de futbolistas en el país.

Abel sale de clases y se encuentra con su padre para viajar dos horas hasta su casa. Abel se muestra feliz de haber aprendido más de futbol a través de Física, Matemáticas, Biología y de la práctica; se emocionó al enterarse que con 16 años va a jugar junto a sus compañeros sus primeros partidos federados, sus prácticas profesionales. Esta vez no logró ser convocado a la preselección juvenil, pero tres de sus compañeros sí lo hicieron.

Por otro lado su padre, consciente que el fútbol es una carrera impredecible, está contento porque su hijo a aumentado en un 40% su rendimiento escolar, ha cambiado positivamente sus hábitos nutricionales y los de su familia; está complacido porque ha transferido la disciplina y el juego limpio asociados al deporte a su diario vivir; y sobre todo, está satisfecho de ver a su hijo formándose no sólo para el futbol, sino para una vida después de él.

Referencias bibliográficas

Del Pozo Roselló, M. (2013). Una Experiecia a compartir. Las Inteligencias Múltiples en el colegio Montserrat. Barcelona: Tekman Books.

Gónzalez, F.J.; Fensterseifer, P.E. (2009). Entre o “não mais” e o “ainda não”: Pensando saídas do não-lugar da ef escolar I. Cadernos de Formação RBCE, v.1, n.2, p. 10-21.

Ministerio de Educación (2017). Oferta formativa del Bachillerato Técnico. Recuperado el 10 abril 2021, de https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/08/oferta-formativa-de-bachillerato-tecnico.pdf.

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