Por Sylvia Poveda Benites
INT. PANTALLA DEL CELULAR. DÍA
Sí, estoy dentro de una pantalla, toco una foto. Veo historias sobre el primer amor de alguien, el último día de su ser más querido, cómo consiguió su primer trabajo, la anécdota de cuando viajó para buscar otro futuro, o simplemente cómo la luna roja de la otra noche le recordó un momento de su existencia. Mi alma traspasa el dedo, coloco un corazón, y después otra historia, otro corazón.
EXT. OTRO MUNDO. DÍA
Miro fijamente el mundo a través de esa pantalla y tomo una foto, un video. Tecleo un recuerdo.
INT. PANTALLA DEL CELULAR. DÍA
Mis dedos tocan el signo + y crean una historia en la red social de turno. Le agrego un signo numeral, perdón, hashtag, para conectar mi experiencia a otras. Se envía. Ahora los corazones son míos.
“¿Qué estás pensando, Sylvia?”, me pregunta un Facebook entrometido. Confieso que leo esta frase como una advertencia, pues los atisbos de mi mente serán vistos por mis 680 contactos. “Y los amigos de mis amigas que son mis amigos”, como cantaba ese grupo español en 1989. Twitter quiere acciones: “¿qué está pasando?”. Instagram me filtrea. Tik Tok no me hace preguntas.
¿A quién no le gusta que le cuenten una historia? Las escuchamos desde que somos niños, antes de dormir, por ellas conocemos a nuestra familia, su pasado, y luego somos los rapsodas de las nuevas generaciones. Ese estilo de redacción epistolar que es confidente y “cuyo fin suele ser moralizante, instructivo, satírico” (RAE, 2020). Son historias que sobreviven a lo Farenheit 451 de Ray Bradbury cuando, destinados a la hoguera, los libros se salvan en la voz de las personas.
Esas historias hoy habitan más en las pantallas de vidrio que en las páginas. No es lo mismo, pero es igual. Porque no podemos vivir sin historias.
Por ellas decidimos apoyar una causa aunque sea desde nuestra foto de perfil, nos ponemos zapatos de un color, combinamos medias diferentes, el hasthag nos conecta a una comunidad. Al ver historias desde una estética casera audiovisual, sabemos que son reales, que le suceden a la gente insignificante como a nosotros, a la “gente corriente”, como decía Gay Talese. Por eso hasta los personajes del poder o el star system han bajado de su limbo intocable para mostrar carne y huesos en las redes. Hoy los vemos en #pijama, #cooking, #nomakeup, #nofilter, #bellezanatural, #love, #explore, contando sus conflictos y dolores a lo Luis Miguel o Nicky Jam hasta en las series de Netflix.
Una buena historia tiene “comienzo, desarrollo y final. Lo que los estadounidenses llaman un life narrative, la narración de una vida. Una vida -o un segmento de esa vida- de la que saquemos alguna conclusión, enseñanza o provecho. Y de alguna forma debemos encontrarnos con los ingredientes para poder contarla” (Herrscher, 2016, p. 162). Por eso un perfil va más allá de una historia, es un “arco narrativo lógico” se convierte en una vida.
Las empresas también lo saben. Para los consumidores actuales, los canales de marketing que les parecen auténticos, como amigos, familia o consumidores independientes son más confiables que los influenciados directamente por una marca (Angus y Westbrook, 2020). Aunque nos haya cautivado un spot publicitario en el prime time, la experiencia de una persona con el producto la volvió creíble. Y elegible.
¿Por qué sentimos ese impulso de publicar a través del audiovisual? Quizás eso lo respondió hace muchos años el maestro Kurosawa cuando decía que “la cámara ve con otros ojos (…) las imágenes del cine hay que expresarlas de otro modo”, en una entrevista con Gabriel García Márquez. Cuando adaptaba una obra literaria al cine, prefería encerrarse en un hotel con papel y lápiz, un argumento y su conclusión, plasmando las ideas con varias imágenes dispersas (El País, 1991). Kurosawa suena a lluvia y los pueblos olvidados latinoamericanos de García Márquez, a poesía. Sensaciones profundas, diferentes soportes. ¿Qué dirían estos dos narradores sobre la actualidad prosumida, que solo dura un día en Whatsapp?
Con Zygmunt Bauman y su modernidad líquida, nuestro prosumir de vidas se traslada también al proceso de escritura, que debe cautivar en poco tiempo a las personas. Todo un reto para los Community Managers que además de jugar con palabras deben hacerlo con los colores, la coyuntura, el algoritmo y nuestra decisión; filosofía y tecnología enfrentadas en el muro de una red social. Analizamos este tema en Contrastes, el espacio UEES de opinión producido por la Facultad de Comunicación.
Los comunicadores debemos entender la responsabilidad que significa el dedicar nuestra vida profesional a contar historias. A través de un logo, una campaña comunicacional o publicitaria, una investigación periodística o un producto audiovisual conectamos y generamos reacciones en personas diferentes.
Pero no hay que olvidar que mucha de la información más interesante es inventada debido al auge de las noticias falsas que crean un ciclo de la desinformación en pocos segundos (IFJ, s.f.). Por ello es vital regresar a esos relatos legítimos, sin filtros.
Ese contemplar la vida sin reparar que estamos siendo observados es la génesis del cine y el documental. En la exhibición de ‘La llegada de un tren a la estación’ uno de los primeros cortos de los hermanos Lumière –y el que más ha trascendido de su trayectoria- los espectadores lanzaron gritos y se echaron hacia atrás, al percibir el efecto realista que produjo el grabar con la cámara ubicada en la plataforma cerca del borde; la película muestra cómo los pasajeros bajan del tren sin reparar en el lente, con un campo de visión profundo que llevó al público a una experiencia diferente a la del teatro (Barnouw, 2011). Más de 100 años después, lo que prosumimos en las redes también nos deja percibir la realidad desde otras miradas. Emociones que se deslizan desde una pantalla, con tu historia y mi historia entre tus dedos.
Por Sylvia Poveda Benites
Periodista Profesional. Licenciada en Comunicación Social con mención en Comunicación Audiovisual. Magíster en Escrituras Creativas
Docente de la Facultad de Comunicación de la UEES en las carreras de Periodismo, Comunicación y Producción para Medios de Comunicación
Bibliografía
Angus, A., Westbrook, G. Las 10 principales tendencias globales de consumo para el 2020 (2020). Euromonitor internacional.
Barnow, E. El documental, historia y estilo (2011). Gedisa Editorial, Barcelona.
Diario El País. Entrevista Esperando el tifón. Gabriel García Márquez entrevista al director Akira Kurosawa (1991). Recuperado de https://elpais.com/elpais/2015/07/15/actualidad/1436973205_437056.html
Diccionario de la lengua española, (2021). Real Academia Española, Madrid.
Herrscher, R. Periodismo Narrativo, cómo contar la realidad con las armas de la literatura (2016). Marea Editorial, Buenos Aires.
International Federation of Journalists. ¿Qué son las fake news? Guía para combatir la desinformación en la era de la posverdad. Recuperado de www.ifj.org