Los apagones

Esta semana hubo apagones en varios sectores del país. Foto: José Beltrán

Nuevamente la falta de energía eléctrica durante esta semana que ha concluido, desnuda la tremenda fragilidad de la economía ecuatoriana.

Ya no por estiaje, sino porque el sistema de transmisión está colapsando, el país se queda sin este vital elemento para el desenvolvimiento de la economía, que es la energía eléctrica.

Son muchos los factores que han llevado a que los sistemas de generación y de transmisión de energía estén colapsados: la improvisación, la falta de mantenimiento, la falta de inversión, el uso político de cargos técnicos, la no diversificación de las inversiones frente a riesgos climáticos, y la corrupción dentro de la contratación y la operación misma del sector.

Pero si un factor es el más importante, es la falta de recursos, que limitan la inversión, sin la cual no puede existir calidad ni en la generación ni en la transmisión.

Y la falta de inversión viene del hecho de que el Estado despilfarra recursos en subsidios perversos, pero, además, que el manejo de las finanzas públicas pulveriza a las empresas e instituciones del Estado.

El fisco tiene la capacidad de “negociar” con empresas del sector público, con municipios y prefecturas, con entidades del sector público, el uso temporal de la liquidez de todas ellas. Así por ejemplo, puede ir a Petroecuador, o a CNEL, o al Municipio de Ambato, y decir: usted tiene liquidez, yo no, hagamos un convenio, usted me la presta y se la devuelvo antes de cerrar el presupuesto.

Pues resulta que esos convenios de liquidez no se pagan, y entonces las empresas y entidades del Estado tienen colocados en el Gobierno central, casi 4.000 millones de dólares que no se los han devuelto dentro del ejercicio de un periodo fiscal.

Esos convenios de liquidez se vuelven entonces un préstamo muchas veces forzosamente renovable, que va contra toda la filosofía y razón de ser de los convenios de liquidez. El Estado pide el uso de la liquidez de las empresas como CNEL, no lo devuelve y usa el dinero para subsidiar. ¡Que sistema tan absolutamente perverso! Y entonces, las líneas de transmisión se caen a pedacitos.

Pero no solamente el uso de la liquidez que se lleva el Estado mata la inversión. También las utilidades de estas empresas, que el Estado las toma, y que deberían ser para inversión, se evaporan dentro del gasto del presupuesto.

Y si esto fuera poco, cuando hubo inversión, fue pésima, como Coca Codo Sinclair, proyecto que todavía no puede ser recibido formalmente por el Estado por la enorme cantidad de reclamos y de problemas técnicos que la misma contiene.

El Ecuador no puede dar pasitos de niño, tiene que enfrentar una tarea de adultos. Cambios profundos, radicales, para que la transparencia en las cuentas y el accionar de los Gobiernos refleje la realidad de las cosas, y que no se maquille a ese sol, que no se puede tapar con un dedo.

Muchas veces lo hemos dicho, o se hacen las grandes reformas de la economía (subsidios, fondos de pensiones, tasas de interés, legislación laboral, reducción del aparato público) o las consecuencias, que se van forjando en muerte lenta, serán fatídicas para esta nación. (O)

 

Fuente: eluniverso.com

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Alberto Dahik
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